lunes, 3 de octubre de 2011

"RECHAZANDO" LA ENFERMEDAD

Al saber que están siendo atacados por una enfermedad muchos hermanos en la fe responden diciendo: “rechazo eso”, “no lo acepto” o algo similar. Piensan que al desconocer la enfermedad (“aceptarla”) entonces no estarán enfermos.
Muchísimos creyentes en la Biblia creen y practican actualmente este concepto, lo cual hace que se piense que el mismo posee basamento bíblico.
Pero, acaso ¿lo tiene? ¿Podemos hallar en el texto bíblico gente rechazando sus males, enfermedades o dolencias para ser después curados?
Examinemos cuidadosamente la Escritura y veamos lo que dice y no dice con respecto al tema.
En la Biblia abundan los testimonios de las sanaciones de Dios hechas por Jesús, los apóstoles y otros. Sanaciones con las que grandemente Dios se glorifica. La mayoría de las sanaciones fueron muy simples: alguien se enfermaba y reconocía estar bajo ataque, luego clamaba al Señor creyendo que Dios le sanaría, para finalmente ser sanado por completo. Ejemplos constituyen los casos del leproso que llegó a Jesús diciéndole: "... Señor, si quieres, puedes limpiarme." (Mateo 8:2); una mujer con hemorragias por doce años que cree será sanada si logra tocar los tzits tzits de Jesús (Marcos 5:28); hombres ciegos que clamaron al Señor para curarse (Mateo 9:27-31) y las multitudes que "vinieron a El (Jesús)...trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y El los sanó" (Mateo 15:30).
Algunos ni siquiera pedían ser sanados; a veces eran los amigos o parientes interesados quienes solicitaban sanación a favor de alguien. El centurión romano que aborda a Jesús para interceder por su criado (Mateo 8:6); los hombres que cargan a su amigo lisiado para acercarlo a Jesús para que lo sane (Marcos 2:3); la mujer de origen gentil que demanda la curación de su hija (Mateo 15:22-28). Así mismo, vemos como un grupo conduce un hombre sordo hasta Jesús (Marcos 7:32-35) y en otro evento como también traen a un hombre ciego.
La anterior es una pequeña muestra de los muchos sanados por la mano de Jesús. Todas estas personas tenían algo en común y es el hecho que ninguna de ellas, o la persona por quien se encontraban intercediendo, negaron su condición de enfermos. No tenemos registro en la Escritura de alguien sanado después de negar estar enfermo.
La doctrina del creyente “rechazando” su enfermedad tiene principalmente su origen en los movimientos Carismático y la Palabra de Fe (“confesión positiva”), resaltando entre sus exponentes a Benny Hinn, Frederick K.C. Price, Kenneth Hagin, Oral Roberts y Kenneth Copeland además de otros.
Ambos movimientos promueven que cualquier enfermedad del creyente fue, junto con sus pecados, removida en la cruz, o lo que es lo mismo, que la sanación del cuerpo físico vino y formó parte de la llamada expiación. Estos hombres enseñan que el motivo por el cual un creyente sufre alguna dolencia o mal se debe a la insuficiencia o falta de fe del creyente. El argumento que se utiliza sistemáticamente es que: “la Biblia afirma que la obra se consumó 2.000 años atrás. Dios no va a sanarle ahora -- El ya le sanó hace 2.000 años”. (Benny Hinn, Levántate y Se Sano, Orlando, FL, Celebration Publishers, 1991).
En este sentido, podemos decir que aunque en el aspecto espiritual lo expresado anteriormente es cierto, en lo que respecta al aspecto material nuestra carne aun se sujeta a un mundo caído. Los lideres del movimiento de la Palabra de Fe enfrentan incluso esta realidad. Frederick K.C. Price pudo haber expresado como en efecto lo hizo que: “no permite la enfermedad en su propio hogar”, sin embargo, su esposa sufrió los embates del cáncer.
El ministro Kenneth Hagin se jactaba afirmando que nunca había sufrido un dolor de cabeza, gripe o haber estado “un solo día enfermo” en casi 60 años. Sin embargo, el mismo Hagin sufrió cuatro crisis cardiovasculares.
Paul Crouch pudo haber sanado a Oral Roberts de un dolor en el pecho durante uno de sus programas televisivos en TBN, pero esto no impidió a Roberts sufriera de un terrible ataque al corazón horas más tarde.
Los maestros de la Palabra de Fe poseen una visión errada de la fe y es que creen en una fuerza metafísica, en lugar de poner su confianza en el Dios verdadero como objeto de fe.
Por otro lado, y lo escuche con mis propios oídos, cuando tu no te sanas, dicen los aderentes a esta “idea” ,es por tu falta de fe, poniendo toda la carga sobre las espaldas del que esta sufriendo una enfermedad o dolencia, y mi pregunta es, que fe tenia el paralitico que estaba mendigando en la puerta del templo cuando el apostol Pedro le dijo; “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy, levantate en el nombre de Yashua(Jesus) y al instante fue sanado”.  No fue la fe del paralitico la que lo sano, sino la fe de los siervos del Altisimo la que obro a favor del enfermo.
La Escritura no enseña que Jesús se sacrificó para sanación de nuestros cuerpos; lo que evidencia más bien es que El murió para sanar nuestra alma y limpiarnos de todo pecado (ver Romanos 4:7; Colosenses 1:13-14; 1 Pedro 2:24, 3:18; 1 Juan 2:2, 4:10).
La expiación hecha por Jesús nos habla de lo espiritual, es decir, del alma y de la vida eterna. La carne no podrá jamás ser redimida (Pablo no hablaría entonces de crucificar continuamente la carne).  Entendamos de una vez que la carne nunca mejorará y debe continuar su proceso de corrupción y descomposición. (De haber sido la carne redimida, entonces viviríamos eternamente con estos cuerpos carnales presentes).
Vivimos en un mundo producto de la caída. Con nosotros coexisten y cohabitan enfermedades y terribles plagas; unas venidas como consecuencia de los juicios de Dios (ver Apocalipsis 16:2), otras producto de la espiral galopante del pecado. Jesús se convierte en cada uno de los sacrificios descritos en Levítico del 1 al 7.
Usted descubrirá que ninguno de los sacrificios del libro de Levítico ampara, contempla o trata sobre la enfermedad. En toda la Torah, la expiación se hace exclusivamente por el pecado, nunca por dolencias, enfermedades o males físicos.
Luego, la sanación viene por depositar nuestra fe exclusivamente en Dios y en Su poder restaurador. La expiación es por otro lado, la deuda –el precio que se paga– por las transgresiones cometidas contra Dios.
Por ultimo, las enfermedades son consecuencia de nuestra condición de caídos y no constituyen en sí mismas transgresión contra Dios.
Aunque Jesús sirvió de expiación hay evidencia suficiente en la Escritura que refiere que podemos sufrir enfermedades, Santiago instó, "¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor;" (Santiago 5:14).                     
Pablo identificó hombres de fe muy enfermos: "... a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto." (2 Timoteo 4:20); "Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir;" (Filipenses 2:27); "Ya no bebas agua sola, sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades." (1 Timoteo 5:23). También, vemos una mujer que enferma y muere para luego ser sanada por intermedio de Pedro (Hechos 9:36-42).
Pero, así como la enfermedad es resultante de la caída del hombre, la sanación es consecuencia de la obra expiativa de Jesús. Es debido a la expiación que podemos acercarnos a Dios y, entonces Su presencia misma sana nuestros cuerpos físicos. La Escritura permanentemente enuncia al "Dios vivo", y Deuteronomio 5:26; Josué 3:10; 1 Samuel 17:26; Salmos 42:2; Isaías 37:4; Daniel 6:26; Mateo 26:63 y Hechos 14:15 son ejemplos evidentes de ello. Dios es el autor y consumador de la vida y Su presencia en nosotros proporciona bienestar y sanidad. Dios declara, "...y Yo sano…" (Deuteronomio 32:39) "...porque yo, el SEÑOR, soy tu sanador." (Éxodo 15:26).
Pero debemos creer que El nos sana. Al enterarnos que nuestros cuerpos están siendo atacados por alguna dolencia o enfermedad, no debemos negarla o no “aceptarla”, porque no es bíblico y además, ilógico. (Es notorio que muchos de los que “rechazan” estar enfermos, sin embargo no “rechazan” tener un brazo fracturado o una pierna rota).
La realidad es que si estamos sufriendo de alguna enfermedad, negarla no cambiará los hechos. Es cómo respondemos a la enfermedad lo que es importante. No hay nada malo en afirmar que estamos siendo atacados por dolencias, pero se debe declarar igualmente que creemos y confiamos que Dios nos sanará.
Seria muy interesante para el crecimiento de su fe que pudira leer el libro "cuando lo que Dios hace no tiene sentido", y ahi descubrira como por sobre todas las cosas, no existe ninguna nada en el universo que pueda quebrantar la insobornable voluntad del Altisimo
Explíqueme, ¿cómo negando su condición de enfermo puede usted ser curado? ¿Cómo podremos recibir sanidad de una enfermedad que decimos no tener?
El Eterno, bendito sea, no se glorifica cuando negamos nuestras enfermedades. Mas bien, El se glorifica cuando declaramos, creemos y permitimos que El nos sane. Es la puerta que permite a Dios operar en nosotros. Hacer lo contrario es simplemente repudiar a Dios diciéndole: "No tengo nada malo, así que Dios no tienes nada que hacer en mí".
Dios afirma que es nuestro doctor (Éxodo 15:26). Uno de los dones del Espíritu Santo es ‘sanar’, no ‘rechazar o negar’.
Pedro declaró que Jesús fue por todas partes "... sanando a todos los oprimidos por el diablo..." (Hechos 10:38). Debemos entonces creer solo en el poder de sanidad de Dios y dejar que El se glorifique en ello.
Como siempre, la gloria sea para el que todo lo puede, sin exepciones, amen.

jueves, 29 de septiembre de 2011

CREMACION, ES UNA PRACTICA ACEPTADA ?



En la Toráh (Ley) no se prohíbe explícitamente la cremación de cadáveres, y la Biblia en general habla muy poco de ello. Sin embargo la cremación es una práctica prohibida en el judaísmo, porque hay suficiente base bíblica para prohibirla.
 
1. En Josué 7:25   se menciona la cremación de cadáveres.  Pero en este caso se trataba de los cadáveres de  Acán y su familia. Estas personas eran impías.
2. En 1 Reyes 13:2   un profeta anónimo de Judáh predice que Josías mataría a los sacerdotes de Baal y quemarían sus huesos (o sea, sus cadáveres).
3. En 2 Reyes 23:16   se relata el cumplimiento de esa profecía cuando Josías saca los huesos de los sacerdotes impíos y los quema sobre el altar para contaminarlo.
4. En Amós 2:1   Yahwéh condena a Moab "porque quemó los huesos del rey de Edom..."
 En la Jerusalem antigua había un crematorio (el Gehinóm) donde se quemaban los cadáveres de los animales,  de los asesinos y otros delincuentes que sufrían la pena capital. Nunca se quemaba en aquellos tiempos los cadáveres de los fieles. El Maestro usó ese crematorio como símbolo de destrucción eterna para los impíos.
De manera que las pocas menciones que hace la Escritura de la cremación de cadáveres relaciona la práctica con los cadáveres de personas impías. Incluso los impíos que estén vivos en el fin de los tiempos serán quemados para nunca resucitar. Y es precisamente por eso que en el judaísmo se prohíbe la cremación, porque ésta simboliza la extinción sin esperanza de resurrección.  La resurrección es la esperanza del judío fiel, y se cree que la cremación elimina esa posibilidad.
 Definitivamente, la cremación de los cadáveres de los fieles es una práctica pagana, sin base en las Escrituras.


domingo, 25 de septiembre de 2011

“QUIENES SON LOS FARICEOS”



Si usted menciona la palabra “fariseo” a un cristiano, la mayoría   inmediatamente pensará en  alguien “hipócrita” o legalista.” Muchos pensarán que el fariseo moderno es aquel que “dice y no hace,” según Mateo 23:2-3.   Pero pocas veces se da cuenta que, como resultado del estudio disciplinado de los fariseos, el mundo puede conocer al Dios bíblico.   Por siglos, los judíos han compartido la doctrina del monoteísmo con los gentiles, según creen en el Shemá: “Oye, oh
Israel, YHVH nuestro Dios, YHVH uno es” (Deut. 6:4).
Yeshúa (Jesús) sustentó esa creencia, afirmando que tal declaración es la más importante de todas las verdades.   Citó el verso directamente de la Torá cuando dijo: “Jesús respondió: El más  importante es: ‘Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es’” (Marcos 12:29). Muchos creen que las enseñanzas de Yeshúa(Jesus) y los autores del Nuevo Pacto  (Nuevo Testamento) eran originales, recibidas directamente por el Espíritu Santo. Eso es cierto, pero algunas de sus enseñanzas ya existían desde antes, procedentes de antiguas fuentes Judías y del Antiguo Testamento.

Yeshúa y el Talmud
Aunque el Talmud (comentario rabínico y tradicional judía sobre las Escrituras Hebreas) fue compilado entre los años 200 y 500 d.C., existía una colección de enseñanzas que recitaban los rabinos antes y durante el tiempo de Yeshúa.   Muchas de las citas en el Talmud (incluyendo algunos que vivieron luego del primer siglo), reflejan antiguas enseñanzas e interpretaciones de las Escrituras.   Por ejemplo, el rabino Yonatan ben Yosef  dijo:  “Pues es santo para ti; ha sido puesto [el shabat] en tus manos, no tú en sus manos” (Yoma 85b). De manera semejante, Yeshúa dijo: “El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo” (Marcos 2:27).
Las enseñanzas talmúdicas de los fariseos dicen: “Uno que mira con lujuria el dedo más pequeño de una mujer casada, es como si hubiese cometido adulterio con ella” (Kallah, Cap. 1).
Yeshúa(Jesus) enseñó algo parecido: “Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:28).           La lista es interminable.    Muchas enseñanzas de Yeshúa (Jesus)que encontramos en Mateo 5:21-22, 45; 6:7; 11:25; 23:8; 25:40, 45, etc., pueden hallar su paralelo en el Talmud de los fariseos.
Lo mismo es cierto respecto a muchas enseñanzas de los apóstoles. Por ejemplo, los fariseos enseñaban que cada hombre es sacerdote del hogar. Ese tema es parte de lo que enseñó el apóstol Pedro, quien describió a los cristianos como “sacerdocio santo” (1 Pedro 2:9).
Los fariseos también enseñaban que el hogar era tan sagrado como el Templo.   Los cristianos no podemos contradecir eso.  Es muy triste cuando una persona adopta una actitud cuando está en la Iglesia, y otra cuando está en el hogar.
También expresándose  farisaicamente, el apóstol Pablo denominó la Palabra de Dios como la “espada del Espíritu” (Efesios 6:17).   
Su enseñanza era directa y aguda. El libro de Hebreos usa una descripción similar: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”(Hebreos 4:12).     Cuando se acusaba a los fariseos de ser separatistas, Pablo dio la misma instrucción.
“‘Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos,’ dice el Señor; ‘y no toqueis lo inmundo, y yo os recibiré’”(2 Corintios 6:17).          La fe en Dios debe marcar al creyente como alguien diferente, como alguien “no de este mundo.” Tanto el fariseo como el cristiano deben distinguirse de las personas de este mundo.

Los Separados para Dios
El nombre “fariseo” viene del hebreo perushim (los separados). Se lee en el Midrash (porción del Talmud): “Como Yo estoy separado, estén ustedes separados.”     Levítico 11:44 dice: “...sed santos, porque yo soy santo...” Luego, Esdras 10:11 declara: “...separaos de los pueblos de esta tierra...” De esa manera vemos que el compromiso de los fariseos de ser diferentes no era una cosa inusual, sino el resultado de un corazón obediente.
Pero los fariseos se oponían abiertamente a Yeshúa y Su ministerio, y en los evangelios, Yeshúa habló severamente de ellos.  “¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio” (Mateo 23:26).   Sin embargo, quizás hemos malinterpretado su crítica.   El rabino mesiánico David Rosen dijo:  “Cuando Jesús criticaba a los fariseos, lo hacía como un rabino criticando a otro rabino, diciendo, ‘¡Ustedes rabinos están negando lo que son!   Precisamente porque son rabinos, ustedes deben saber mejor que los demás, y su pecado es mayor.’ Desde mi perspectiva tradicional judía de que los fariseos eran los maestros del judaísmo rabínico, Jesús no estaría criticando a todos los fariseos; especialmente, como me parece, si Él era parte de esa misma comunidad.  De hecho, me parece que sería incorrecto deducir que estaba dirigiéndose a todos los fariseos; eso implicaría que Jesús estaba juzgando y estigmatizando a toda la comunidad, lo que iría en contra de los valores religiosos más sublimes que predicaba. Por eso, estoy convencido de que Jesús criticaba sólo a
algunos fariseos, no a todos los fariseos.”
El catedrático cristiano Brad H. Young, quien posee un maravilloso entendimiento de este tema, escribió: “Los fariseos criticaban la hipocresía dentro de sus propios rangos.  Ellos procuraban la
verdadera  renovación espiritual.  Quizás sería mejor ver la crítica de Jesús de esa misma manera.  Él tenía la esperanza de que Su crítica pudiese ocasionar una revitalización espiritual dentro del movimiento
farisaico.  El hecho de que señaló específicamente a los fariseos, y les exigió un despertamiento espiritual de santidad que fluía desde el interior, junto con el exterior, debe significar que Jesús estaba cerca
de los fariseos en enseñanza y práctica.  De hecho, casi todas las religiones tienen una tendencia natural de anhelar un alto nivel de conducta moral, mientras algunos miembros de los fieles no  alcanzan los estándares teóricos.  Por la manera en que los maestros y educadores cristianos critican a los fariseos, es realmente cuestionable si esos mismos líderes eclesiásticos viven en privado lo que predican y viven en público.”
De la misma manera, también hay cristianos “ciegos.”  El apóstol Santiago aconsejó a los de su día que se arreglaran con Dios. “Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, 4pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Sant. 4:8).    Aunque los maestros del primer siglo exhortaban a sus miembros para que procuraran la santidad, eso no significaba que toda la Iglesia vivía en pecado.  Simplemente exhortaban a los nuevos cristianos
para que procuraran imitar las características de Dios.
Ciertamente, Yeshúa(Jesus) describió a los fariseos en los términos menos halagadores posibles.
“El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos” (Lucas 18:11). Condenaba su orgullo de manera muy contundente.   Pero por otro lado, Gamaliel, un fariseo muy respetado de mitad del siglo primero, evitó que Pedro y los demás apóstoles fuesen castigados (Hechos 5).    También discipuló a Pablo (entonces Saulo), quien abiertamente hablaba sobre sus raíces farisaicas (Hechos 23:6; Fil. 3:5), y describió a los fariseos como “la secta más estricta de nuestra religión” (Hechos 26:5).

Judaísmo durante tiempos de Yeshúa (Jesus)
Existían cinco sectas en el judaísmo durante el ministerio de Yeshúa: los fariseos, los esenios, los saduceos, los zelotes, y los seguidores de Juan el Bautista. El Nuevo Testamento no hace mención de los esenios. Ellos se consideraban ser “hijos de la luz,” en contraste con los “hijos de las tinieblas.”   Miembros de la comunidad vivían de manera muy rigurosa y disciplinada, esperando que Dios pronto interviniese decisivamente en el curso de la historia.
Ellos creían que toda la vida estaba predestinada. También creían que el sumo sacerdote del templo en Jerusalén fue elegido bajo circunstancias nebulosas, y por eso rechazaban todo su servicio en el templo.
Se cree que el término de “saduceo” proviene del nombre del sumo sacerdote Sadok, quien sirvió durante tiempos del rey David. El grupo era compuesto principalmente de la clase alta helenizada, y procuraban crear una vida comunitaria estable.   Ellos creían que las personas tenían total libre albedrío, y no creían en la vida después de la muerte. Reconocían las escrituras de Moisés, pero no la Ley Oral, cosas que alegadamente habló Moisés, pero no anotadas por él. (Fueron redactadas luego, tomando el nombre de la Mishná.) Los saduceos creían que los fariseos enfatizaban demasiado la tradición. Tenían una poderosa influencia  sobre el Sanedrín, los jueces judíos quienes constituían la corte suprema y el cuerpo judicial de la antigua Israel.
Los zelotes eran apasionadamente nacionalistas, y peleaban contra los enemigos de Israel con puño y espada. Más tarde en la historia, los zelotes organizaron una revuelta y resistencia armada contra los romanos.   Los últimos zelotes murieron sobre Masada en 73 d.C., donde fue aplastada dicha rebelión.   Simón, uno de los discípulos de Yeshúa, era zelote, por eso su actitud de defender a su maestro con la espada cuando o vinieron a arrestar.
En cuanto al origen de los fariseos, los teólogos continúan debatiendo el asunto sin llegar a una conclusión definitiva.   Algunos dicen que su secta comenzó en tiempos de Esdras, como en el año 450 a.C.    La fuente judía “Sabiduría de Josué” es un documento que hace referencia
a los fariseos alrededor del 250 a.C.   Otra opinión es que el grupo surgió un poco después de la Revuelta de los Macabeos (167 a.C.) de un grupo llamado los hasideanos.   Se les llamaba “los fieles,” porque protegían la vida judía de la influencia cultural griega, razón por la cual también
se opusieron a los gentiles en la Iglesia varios años más tarde.
Durante la Revuelta de los Macabeos,  los hasideanos se oponían a sus líderes quienes violaban la ley judía.    Debido a su profunda pasión por la pureza levítica, eventualmente se separaron de la nación y formaron varios grupos, incluyendo el de los esenios y posiblemente los fariseos. Su influencia fue poderosa por casi cien años, aunque nunca procuraron el poder político.   Cuando llegó Yeshúa(Jesus), los fariseos eran los de mayor influencia en el pensamiento religioso.    El historiador Josefo, también fariseo, dijo que tenían “mucha influencia entre el pueblo; todas las oraciones y los ritos sagrados de adoración a Dios eran realizadas según su  exposición.”    Josefo recalcó que eso ilustraba “la excelencia de los fariseos” y la alta estima que  tenían entre el pueblo.

Según Jewish Encyclopedia [Enciclopedia Judía], los fariseos formaron una hermandad llamada javurá, admitiendo solamente a quienes, en presencia de tres miembros, juraban lealtad a la observación más estricta de pureza levítica. Dicha decisión exigía el rechazo del Am haAretz, o la ignorante clase baja, los infieles. Ese compromiso con la pureza levítica y el rechazo del Am haAretz produjo conflicto entre los fariseos y la Iglesia luego de que Yeshúa(Jesus) se reuniera con el Padre. Ellos tenían un serio problema con la entrada de los gentiles a la comunidad, y
rehusaron recibirlos sin la requerida circuncisión ritual.
Los fariseos tenían que cumplir con los diezmos y las instrucciones bíblicas dadas a los sacerdotes. Dentro del fariseísmo, los escribas eran personas estudiosas, pero la mayoría del grupo eran personas comunes del pueblo.  Ellos creían en la intervención divina en sus vidas y en la comunidad. Contrario a lo que comúnmente pensamos, los fariseos no enseñaban que uno lograba la salvación por guardar la Torá, sino que la Torá debe ser guardada porque es la máxima revelación de Dios.
Eso debió ser la motivación tras el mensaje del apóstol Juan: “Nosotros le amamos, porque El nos amó primero” (1 Juan 4:19). Los fariseos también seguían la Ley Oral, compromiso que hacían los fariseos con las tradiciones judías de generación en generación.
Fueron los fariseos quienes mantuvieron unido al pueblo judío luego de la destrucción del Segundo Templo.    El pueblo judío que no había aceptado a Yeshúa como el Mesías atravesó enormes dilemas, como: ¿De qué manera se podía lograr expiación por los pecados sin el
Templo?   ¿Cómo se podía explicar el desastroso resultado luego de la revuelta?   ¿Cómo vivir en un mundo romanizado luego de la destrucción del Templo?   ¿Cómo relacionar el presente con las pasadas tradiciones?   Los diversos grupos sectarios comenzaron a desaparecer durante esos tiempos, pero los fariseos dieron lugar al nuevo judaísmo rabínico.   Una historia dice: “El Templo está destruido. Ya no presenciamos su gloria. Pero el rabino Josué la vio. Y cuando un
día miraba al Templo en ruinas, rompió en sollozos. ‘¡Ay de nosotros! ¡El lugar que expiaba para los pecados de todo el pueblo de Israel ahora yace en ruinas!’ Entonces el rabino Yohanan ben Zakai le habló estas palabras consoladoras: ‘No te aflijas, hijo mío. Hay otra manera de lograr la expiación, aunque el Templo está destruido. Ahora debemos alcanzar la expiación ritual por medio de actos de misericordia.”
Algunos comentaristas judíos dicen: “La dedicación de la comunidad farisaica en debatir [las Escrituras] como rasgo honroso, en lugar de [aceptar opiniones] como producto del sectarismo, emergió como la característica distintiva del judaísmo rabínico.”

Hillel y Shammai
La Escuela de Hillel y la Escuela de Shamai eran las divisiones principales dentro del fariseísmo. El rabino Hillel era abuelo de Gamaliel, autoridad influyente en el Sandrín y maestro ilustre de Saúl, quien luego sería el gran expositor cristiano llamado Pablo.   Hillel vivió
alrededor del 20 a.C. Era de la línea de David, y su conocimiento y sabiduría grandemente impactó el judaísmo y cristianismo en las décadas subsiguientes.
La Enciclopedia Ilumina dice: “Hay muchas historias que describen el carácter de Hillel, ilustrándolo como un hombre de gran humildad y extrema paciencia, que procuraba la paz aún a expensas de la verdad. Usualmente lo contrastan con su colega Shammai, quien es
ilustrado como un hombre impaciente y de mal temperamento. La historia más famosa cuenta de un pagano que se acercó a Shammai para convertirse al judaísmo, con la condición de que le enseñara toda la Ley mientras estuviese parado en una pierna.  Shammai lo rechazó, y entonces el pagano buscó a Hillel.  Hillel le respondió: ‘Lo que no quieres que te hagan, no lo hagas a tu prójimo; esa es toda la ley, y el resto es comentario. Ahora ve y apréndelo.’ [Talmud Babilónico, Shabbat, 31a]. En Mateo encontramos lo que los cristianos llamamos la Regla de Oro, que dice: “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).
Existen numerosos relatos en el Talmud que recalcan la lucha entre dichos maestros de la Torá.   Brad Young también escribió: “La actitud de Hillel era más aceptable a Dios.   Su paciencia y temperamento bondadoso eran legendarios en la literatura talmúdica.   Se recuerda a Shammai por su corta paciencia e irritación cuando le hacían preguntas impertinentes.”
También se reconocía a Shammai por su estricta interpretación de las Escrituras, y creía que se debería hacer una marcada separación entre los judíos y los gentiles.   El Talmud dice que cuando declaraba una ordenanza contraria a la opinión de Hillel, el día era “tan gravoso
para Israel como el día en que se hizo el becerro [de oro]” (Shabbat, 17a).  Con más frecuencia, Yeshúa(Jesus) prefería la Escuela de Hillel que la de Shammai.  Claro está, uno de los alumnos mejor conocidos de la Escuela de Hillel lo era Pablo, y es importante que recordemos eso.
En la introducción del libro de Brad Young, Paul, the Jewish Theologian [Pablo, el Teólogo Judío], el rabino Dr. Burton Visotzky escribió: “Al enfocar solamente en las misiones de Pablo entre los gentiles, al ignorar su trasfondo farisaico y sus profundas raíces judías, la Iglesia se aleja de su base en el judaísmo, aún cuando [la Iglesia] alega ser la verdadera Israel... Cada judío reconoce que Pablo era fariseo de corazón. Aunque es posible que su mensaje no sea igual que el más moderno judaísmo rabínico, porque ningún judío rabínico distinguiría entre la fe y las obras, las raíces farisaicas de Pablo son muy claras. Eso no es sólo por las propias referencias de Pablo respecto a su educación farisaica, sino también por la esencia de su predicación y enseñanza.
Nos conviene a todos, tanto cristianos o judíos, que recordemos que
surgimos de la misma base bíblica de la Israel bíblica.”

Sentados en la Cátedra (Asiento) de Moisés
La parábola del fariseo y el colector de impuestos durante la oración es muy provocativa (Lucas 18:10-14).   Las cualidades que uno pudiera atribuir a un colector de impuestos, Yeshúa(Jesus) los adjudicó al fariseo. Sin embargo, el colector de impuestos era más frecuentemente malvado y siniestro, mientras que el fariseo era usualmente un pilar de rectitud.  Por lo tanto, muchos teólogos opinan que el poder de dicha parábola consiste en su inversión de roles. Sin embargo, en Mateo 23:2-3, Yeshúa(Jesus) apoyó a los fariseos cuando dijo:
“Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen...” En esos tiempos, los que ocupaban la cátedra o asiento de Moisés eran maestros de gran altura.  Se les otorgaba mucha honra al interpretar la Ley de Moisés.  Yeshúa(Jesus) aconsejó a la gente que obedeciesen las interpretaciones bíblicas de los escribas y los fariseos, pero les advirtió que no siguieran su ejemplo:
“pero no hagáis conforme a sus obras.” Yeshúa(Jesus) frecuentemente señalaba que los fariseos no vivían según la Ley de Moisés (Mateo 15:3-6; 23:4; 16-22).
Cuando los cristianos hablamos acerca de los fariseos modernos, nos
referimos a personas legalistas, pero olvidamos el endoso divino a su autoridad para interpretar las Escrituras.   Brad Young también comenta: “Algunos cristianos quieren que el cristianismo se desligue totalmente de cualquier vestigio de judaísmo antiguo.”
El hecho es que Yeshúa(Jesus) frecuentemente enseñaba usando antiguas fuentes judías, y siempre afirmaba la Torá.  Algunos se burlan de la enorme diligencia y el esmero en que el pueblo judío vive su fe.   Young lo explica así: “Pequeñas medidas de amor, perdón y reconciliación hacen que el poder sanador del reino de Dios sea liberado en medio de un mundo en sufrimiento.
El aprender teología no es suficiente; el discípulo de Jesús debe caminar en obediencia. El verdadero cristianismo, que honra la vida y las enseñanzas de Jesús, deben estar arraigado en lo mejor del verdadero judaísmo.”
Concluiremos nuestra discusión con las palabras de Yeshúa(Jesus): “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni
una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.  Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.  Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:17-20). Los cristianos pueden apreciar mejor a los fariseos; y nosotros, como los fariseos, debemos hacer más que meramente enseñar teología – la debemos vivir.
                                                       En Yeshua el Mesias.

viernes, 16 de septiembre de 2011

'EL-SHADAY


TITULOS DADOS A DIOS

‘EL-SHADDAY, traducido como Dios Todopoderoso o Dios Omnipotente.  La palabra ‘EL significa el que es fuerte o poderoso.  El calificativo SHADDAY se compone de la palabra Hebrea  shad= el pecho, que es posible inferir el pecho materno.  Dios es porque El nutre y da poder, y en un sentido más amplio, es el que satisface y se derrama a sí mismo en la vida del creyente.  El niño lactante no solo encuentra en el pecho maternal calidez y sustento, sino también refugio, satisfacción plena, quietud y descanso.  De hacho, fuera del pecho materno, el niño no necesita nada.  ‘EL-SHADDAY es entonces el nombre con el cual Dios se presenta como Sustentador y Fortalecedor, y nada es necesario aparte de El.  Quizá  Todo-suficiente sería la palabra que mejor lo describa, pero ‘EL-SHADDAY no solamente sustenta y fortalece, sino también hace que el creyente sea fructífero.  En ninguna otra parte de la Escritura se ilustra mejor esta verdad que en el pasaje donde este nombre ocurre por vez primera (Genesis 17. 1:8).    A un hombre de noventa y nueve años de edad, el cual estaba ya casi muerto(Hebreos 11.12), el Señor le dijo: Yo soy ‘EL-SHADDAY ……te multiplicaré en gra manera.  Más de un siglo después, el nombre ‘EL-SHADDAY es invocado por primera vez, en labios de Isaac para bendecir a su hijo Jacob(Genesis 28 .1:3). Pero ‘EL-SHADDAY hece fructificar mediante bendiciones, sino también por medio de pruebas.   De alli que SHADDAY sea el nombre característico de Dios en el libro de Job, donde ocurre la mayoría de registros.   La mano de SHADDAY cae sobre Job, el mejor hombre de su tiempo, no como resultado de juicio, sino con el propósito de presentarlo ante el torbellino (Job 38.1) , para que sus oídos entiendan los razonamientos de SHADDAY  (Job 38.1 – 41.34), y sus ojos puedan verlo (Job 42.5) .   Esta breve explicación muestra cuán importante es para el lector entender las características de éste o cualquier otro apelativo del Dios de la biblia.  Es lamentable desde todo punto de vista entonces, que SHADDAY haya sido traducido, ya sea por Todopoderoso u Omnipotente.   En realidad su primer nombre ‘EL es suficiente para indicar omnipotencia.    Ante éste y similares dilemmas, no podemos hallar mejor solución que su transliteración.